En estos últimos años Dios nos ha llevado a experimentar un tiempo de redefinición  en cuanto a los cimientos de nuestra fe, evangelio y lo que entendemos es la Iglesia del Señor.   Esto nos ha llevado por una gran proceso de maduración y renuncia respecto a muchas prácticas que considerábamos esenciales en la vida de iglesia, pero que hoy entendemos obedecían a distintos  énfasis que los hombres en la historia de la iglesia fueron incorporando a las prácticas de la misma, pero que a la luz de las escrituras no son ni el fundamento ni representan la prioridad de Dios para Su iglesia.​  

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Todo  esto nos ha conducido a creer que es necesario una reforma en la que seamos capaces de desentendernos de los enfasis que los hombres le añadieron a la iglesia.   Al escarbar entre costumbres, liturgias y doctrinas que por años habíamos practicado, nos hemos encontrado con in nunca antes habernos detenido a escudriñar si obedecían o no al modelo de la iglesia original de Cristo.

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